Qué es eso de la gestión emocional (y qué no lo es)
Aprende a identificar, comprender y manejar tus emociones de forma saludable.
Últimamente escuchamos hablar mucho de “gestión emocional”. Está por todas partes: en libros, redes sociales, talleres… Parece que si no sabes gestionar tus emociones, estás haciendo algo mal. Y a veces el mensaje que nos llega es confuso, como si hubiera que ser un experto en calmarse, en no molestarse por nada, en “vivir en paz” 24/7.
Y no. No va de eso.
La gestión emocional no es dejar de sentir. Ni “controlarte”. Ni sonreír aunque estés hecho polvo por dentro.
Gestionar las emociones tiene mucho más que ver con **conocerse**, con **permitirse sentir** sin quedarse atrapado, con **aprender a acompañar** lo que aparece… que con parecer que todo está bien cuando no lo está.
Las emociones no se eligen
Una de las primeras cosas que solemos trabajar en terapia es entender que **las emociones no se eligen**. No decidimos estar tristes, ni enfadarnos, ni tener ansiedad. Las emociones aparecen. Son respuestas automáticas, profundamente humanas, que nos avisan de algo. El miedo nos protege, la tristeza nos conecta con la pérdida, el enfado marca límites. Todas cumplen una función.
El problema no es sentir. El problema aparece cuando nos peleamos con lo que sentimos, o cuando no sabemos qué hacer con ello.
¿Qué significa entonces “gestionar” una emoción?
Significa **reconocerla**, **ponerle nombre**, **entender qué la ha provocado**, permitir que esté ahí sin que nos arrastre ni nos domine. Es poder decir: “Estoy enfadado, y no voy a actuar desde la rabia.”
O: “Siento tristeza, y voy a darme un momento para sostenerla sin hundirme en ella.”
Esto no es fácil. No nos enseñaron a hacerlo. Muchos crecimos aprendiendo a reprimir (“no llores”), a evitar (“sal a distraerte”), o a explotar (“yo soy así, me caliento rápido y punto”). Pero hay otros caminos posibles.
Empezar por lo básico
Gestionar emociones empieza por lo más simple: **darte cuenta de que sientes**. Y permitirte nombrarlo.
No hace falta una estrategia compleja. A veces basta con parar un momento y preguntarte: ¿qué estoy sintiendo realmente? ¿Qué hay debajo de esto?
No siempre sabrás ponerle nombre exacto. Pero incluso darte cuenta de que “algo se está moviendo dentro” ya es un inicio.
A partir de ahí puedes empezar a observar patrones:
- ¿Qué situaciones te disparan más de lo habitual?
- ¿Qué sueles hacer cuando aparece esa emoción?
- ¿Te ayuda o te hace daño lo que haces con ella?
Estas preguntas no son para juzgarte, sino para conocerte. Y desde ahí, poco a poco, ir encontrando otras formas de estar contigo mismo cuando las emociones aparecen.
No siempre podrás hacerlo bien (y eso también está bien)
Hay días en los que no gestionarás nada. Días en los que la rabia ganará, o la tristeza te tumbará. Días en los que reaccionarás antes de pensar, o en los que no sabrás ni lo que sientes.
Eso también es parte del proceso.
Gestionar emociones no es hacerlo perfecto. Es estar en camino. Es ser más consciente, aunque a veces te equivoques. Es tener herramientas nuevas, y usarlas cuando puedas. Y es, sobre todo, tener **compasión contigo** cuando no te salen.
Una forma de acompañarte
Gestionar emociones no es para que los demás estén más cómodos contigo. Es una forma de **cuidarte tú**. De conocerte, de entender tus reacciones, de construir una vida emocional más estable y más libre.
Porque no se trata de dejar de sentir, sino de **dejar de pelearte con lo que sientes**.
¿Necesitas apoyo profesional?
Si este artículo te ha resonado y buscas herramientas para gestionar tus emociones, puedo ayudarte a explorar y comprender mejor tu mundo interior.
Agenda una consulta